Piensa en tu letra favorita. Tú letra. Mi mente ha volado hacia la M, hacia lo que soy, hacia mi. Pero no me he quedado nada convencida. No, mi letra no es la M. Adoro esa letra, le tengo cierto cariño. Y seguido, la letra, mi letra, me ha fulminado.
Sin pensarlo mucho, la S se ha cernido sobre mi, curvilínea, sugerente (con S). No tengo en mi vida nada negativo que me evoque la S. Ni personas non gratas, ni marcas, ni expresiones, nada. Del mismo modo que con la S formo palabras muy importantes para mi: sonreir. He aquí una gran palabra, sonrisas sonoras. Admirable.
Sin sonrisas en mi vida yo no sería la misma. Necesito las sonrisas en mi vida, es un signo de salud, un gesto alegre y la mayoría de veces desinteresado. Me encanta.
Existen también palabras tan profundas y sentidas como la soledad. Palabra que lo dice todo y significa un nada. Apabullante.
Quién no se ha sentido una vez en su vida solo. Bien te lo esperes o no, la soledad llega sin saber de dónde. Y la mayor parte de las veces que uno se siente solo se da cuenta cuando ya no lo está. Inquietante.
Por otra parte tenemos palabras con gancho; secretos. Los sabes guardar, te los cuentan, se te escapan, o los posees. Me gustan los secretos, grandes o pequeños, importantes u olvidadizos. Personalmente me encanta saber secretos y soy dueña de más de los que quisiera.
Mi última palabra escogida; susurro. Oh, oh, yeah. El susurro lo oriento hacia un marco sensual (lo veis, todas las grandes palabras empienzan con S, sííí), romántico. El amor sin susurros no es amor. Ya lo he dicho. Considero el susurro algo de lo más sexual-sensual-sugerente del mundo. Un susurro bien susurrado puede hacer que te enamores al instante.
