Littera Deusto

Modern Languages, Basque Studies and Humanities

No te empeñes, déjalo

junio 4th, 2009 · No hay Comentarios

Cuando te enamoras pero ese enamoramiento no sirve para renunciar a nada, ni para hacerte mejor persona te empiezas a plantear cosas. Yo me las empecé a plantear y al final llegas a la conclusión que nadie espera de ti. No vales para estar en pareja. Egoísmo puro.

No te comprometes, no te involucras, no aportas. No te importa que se resquebraje. Todo lo que quieres es tu espacio. Que nadie te moleste. Y nada más. Vivir sin sentirte ahogada, no dar explicaciones de por qué eres como eres. De que nadie te pregunte a cada segundo lo que sientes.

[…]

Cuando tenía 17 años un chico guapísimo me decía que se había enamorado de mi, y yo, le dije que yo también estaba enamorada. Cosa absolutamente cierta. Pero busqué algo para “hacer” aquel amor (verdadero, abrasador, tierno, inmortal) imposible. Él se cansó, lógico, y voló a mejores sitios. Un mimo, un lloro y a consumirnos en el desamor. Y yo lloraba desconsolada por ese amor imposible, mis lágrimas se derramaban y pensaba en todo el amor que tenía guardado en mi corazón, un amor desperdiciado. Y me refugiaba en el sufrimiento.

Con 18 años y pico apareció otro alguien. Me enamoré (de verdad, para siempre, eternamente) y resucité. Cuando vi que podía salir una relación duradera de aquello busqué la imposibilidad de aquella unión y la argumenté mientras la persona frente a mi lloraba. Yo lloraba, pero no por eso. Y le decía con todo mi morro “lo nuestro no puede ser, lo siento”. Y a bailar con el sufrimiento.

A los 19 años encontré el verdadero amor. Más fuerte que nada en este mundo. Empezamos una relación y cuando vi el momento de encontrar esa incompatibilidad para dejarlo, se paró ante mi y me dijo:

– ¿A DÓNDE TE CREES QUE VAS?

Y luchó por mi. Con uñas y dientes. No me dejó volar. Me besó con ansia y me reto a llevarle la contraria. Hasta que los argumentos que le di volaron por los aires la relación. Y lo dejamos ahí. Llorar, sufrir, resignarse. Lo que yo buscaba, una vida llena de resignación.

Pero una semilla en mi interior germinó. Y mi mundo se tambaleó. Existía una persona, una sola que había luchado por mi. Con toda su alma.

Salí con otra persona, me medio enamoré, pero en cuanto le dije que lo nuestro era imposible salió corriendo en otra dirección.

Y me volví a cruzar con el de cuando tenía 19 años, que ahora eran 20. Y volvió a luchar por mi. Le rebatí, le di mis explicaciones de por qué lo nuestro no podía ser. Me pasé cuatro horas argumentando. Se calló, me miró. Las siguiente cuatro horas las pasó él rebatiendo cada punto “imposible” de nuestra relación.
Pasaron los años, y me ha dejado hacer lo que yo he querido. Me ha dejado ser soñadora, me ha dejado vivir en libertad, me ha dejado ser como soy.

[…]

Me ha dejado equivocarme, mirar a otras personas, me ha dejado darme cuenta, me ha dejado escoger, me ha dejado llorar. […]
Pero es que nadie ha luchado por mi. Nadie nunca ha luchado por mi. Nunca nadie ha apostado por mi. Ni mi familia, ni mis amigos. Sólo tú. Y me hace gracia de la gente que piensa que me conoce. Recuerda que si te miro es porque me dejan que te mire.

[…]

¿Existe alguien que se haya dejado el alma por mi? Sí. A ver quién puede decir lo mismo. ¿Tú puedes?

Isabel Urribarrena.

Extracto de ensayo perteneciente a www.escueladeescritores.com a 29/05/09

Etiquetas:

  • Etiquetas