Littera Deusto

Modern Languages, Basque Studies and Humanities

Semana Santa y santa la semana

abril 13th, 2009 · No hay Comentarios

Dos cosas han sucedido esta Semana Santa que para nada preveía.

Una de ellas y creo de hecho que la más importante es que me fui a Madrid. Veintisiete personas formaron parte de la mejor quedada madrileña de la que he sido parte. Llegamos el viernes bastante nerviosas, aunque Zuriñe no paraba de repetir que ella no estaba nerviosa por tener que organizar a tanta gente, estar con todo el mundo y encima sacar tiempo para estar relajadas. Llegamos a mi rincón del mundo predilecto, algo sofocadas porque la línea 5 había muerto inesperadamente hasta nuevo aviso. Salimos de Bilbo con 13 grados pelados y aparecimos en Madrid con 19 fulminantes grados. Los coloretes de Zuriñe me hacían reír en mi mente a cada paso que dabamos en un Madrid imperturbable. Mientras caminaba sin pausa miraba los edificios alzarse sobre la cuidad a la vez que dejaban caer sobre mi su sombra templada y viciada por el gentío. El Hostal me parecía una realidad efímera entre el calor y agobio. Como siempre, me reservé juzgar nada hasta que estuviera establecida y fresquita. Pero, aquello no iba a ser así, resultó que el suntuoso Hostal, hubicado en el centro madrileño, era un cuarto sin ascensor. Válgame Dios que sudamos la gota gorda. El hecho de hallarme fresquita costó más de lo que me imaginé en un principio.
Fue entonces cuando los reencuentros tuvieron lugar, fue algo increíble, volver a ver a todas, parecía que el tiempo se hubiera detenido. Abracé y besé con ganas, para en secreto robarles un cachito de alma.
A partir de ahí fue todo disfrute, El Retiro, los Jardines Reales, La Castellana, el botellón, la discoteque y varios otros parques en donde las risas fueron del todo predominantes. Me olvidé de todo lo demás, de mi familia, del Bilbao de caca, y me concentré en mi Manzana y en estar en familia otra vez. Nos reímos de la vida y jugamos a que no existía nadie más que nosotras mismas. Me encandilaron con mentes abiertas e inteligentes, y aunque, las conozco a todas en persona y en diferentes situaciones, juntarnos tanta gente me abrió ventanas que creía cerradas. Descubrí a gente tan sensible y consciente de la vida como yo, con ganas de comerse la vida a bocados. Era escuchar en palabras todo lo que yo ya siento. Cuando volvíamos a casa después de aquellos días de infarto las lágrimas rodaban por mis mejillas, aquel había sido mi mejor Semana Santa. Y Zuriñe me miraba orgullosa desde el asiento de al lado, asintiendo en silencio a mi amarga diatriba.
Cuando llegué a casa un bombardeo de fotos en Tuenti, y sus casi 1.500 comentarios. De lo mejor. Aunque mi recuerdo es lo único que da fe de lo allí vivido y presenciado.

Pero no tuve tiempo de relax y descanso pese a que no había dormidos más que 8 horas en cuatro días, y después de llegar a casa mi familia y yo cogimos el coche y nos plantamos en Logroño, las segunda parada-relax-familiar. He disfrutado con el sonido de la risa de mi madre y las idas de olla de mi hermana. Mi padre, como siempre, es un majo y es el mejor del mundo mundial.

Ahora me queda poco tiempo, apenas una semana, para dedicarme paulatinamente a aterrizar después de ésta aborágine de sensaciones. He cogido un morenito estupendo aunque dudo que permanezca en mi mucho más. Lo que me queda lo pasaré frotándome las manos del gustillo que me arrulla después de las vacaciones, escribiré y me liberaré de todo mal. El viaje a Madrid me ha reafirmado como persona soñadora, a la que le gusta compartir sensaciones en este torbellino que llaman vida.

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