Siempre me ha costado abrirme a la gente, de pequeña siempre era a la que elegían la última para el partido de fútbol y a la que congían manía por quedarme leyendo después de comer en el comedor.
Cómo cambian las cosas cuando crecemos, es alucinante.
Cuando te respetan y te aprecian, la cosa cambia. Maite fue de la primera de la que escuché hablar de nuevo, pero Carol me dio la mejor bienvenida del mundo entero. Y ya está, estás dentro, eres una más. Como ya he dicho, alucinante.
De repente conecté con Xisca. Pasamos la tarde escuchándo música, ella pasando los apuntes de anatomía a limpio y yo leyendo una historia de la asignatura de Claire. Me sentí acompañada y en armonía.
Luego la sorpresa de descubrir a Luna, grande. Educada, súper wellcoming y entrañable. Las conversaciones con ella son de una satisfacción que apenas puedo contener. Tantas cosas en común, casi increíble. Estupenda, yep.
La que más me llena de orgullo es Inma, que pese a todo me sigue queriendo, o eso dice, como la primera vez. Siempre me cuenta todo, quién le gusta, quién la ha defraudado, quién le ha hecho daño, qué quiere y qué teme. Dice que le gusta hablar conmigo, espero no haberla defraudado con haberle contado aquello la última vez, por teléfono, ¿te acuerdas? Uff, espero que no. Contigo el tiempo no pasa, eres de lo mejorcito que palhay.
Con todo, gracias por estar siempre hay, por ser esa lucecita de ayuda y apoyo.
¡Qué bonito!
