Fiona irrumpió en el despacho mientras se quitaba la bufanda y se quedaba mirando el teléfono. Maggie, la secretaria, asomó la cabeza.
– ¿Se puede saber qué mosca te ha picado? Llegas y gritas a Mandy cuando ella ni siquiera había abierto la boca, luego le cuelgas el teléfono a Lùcasz y para acabar le estampas la puerta a Josh. ¿Algo que compartir? Porque puede ser que no tengamos confianza, sé que no somos amigas, pero chica, sácalo.
– Maggie, ahora no tengo ganas. Estoy harta de que en la oficina nada pueda salir bien sin mi constante presencia. Creo que tengo derecho a enfadarme.
– Bien, puede ser que tengas derecho, pero entonces, ¿a qué venía eso de “sabéis que hoy no tengo el día”? ¿El día para qué?
– Maggie de verdad, estoy bien. Es sólo que no tengo un buen día y me estoy dando cuenta de que la razón tiene ojos verdes y pelo negro. Qué asco, qué rabia. Véte de aquí, sal de mi vista. ¡Largo!
***
Cuando me aburro, como ahora 
, me gusta esribir sobre gente negada al amor y que finalmente se rinde. Este fragmento es un patrón que siguen varias editoriales que leo, fácil, sencillo pero que (me) llega. Es una mierda literaria escrita en un second y sin final ni principio, así tal cual, pero me gusta escribir argumentos.
Me voy a dormir que creo que desvarío ya…
