Soy una persona muy apasoinada. Muchos pensais que en exceso. A mi, por ejemplo, cuando me gusta una película no se queda en gustarme, a mi me apasiona y me vuelve loca, la veo mañana y tarde hasta aprendérmela de memoria. Si me gusta una canción, otro ejemplo, la escucho con el “repeat” sacando humo hasta que le cojo asco.
Así soy yo.
Por eso, me siento en la obligación de decir que digo muchas cosas sin pensar, muchas. Ahora estoy pensando en lo que me gusta dar que pensar. Me encanta. Y sobre todo en que he admitido una cosa que no es del todo cierta, ni mucho más lejos.
Siempre digo cosas arrastrada por mi pasión del momento, cegada. Pero aunque sienta las cosas como las siento eso no quiere decir que me guste menos una película. Pero sí quiere decir que soy exagerada, y mucho.
Todavía no sé por qué exagero pero me he dado cuenta de que exagero todo, si tengo que contar algo a mi ama exagero las cosas sin pensar. Y me pasa con todo.
Por eso digo que me he vuelto a equivocar, por que ésta vez he exagerado con cosas delicadas. Como siempre.
Parece como si le hubiera cogido el gustillo a querer hacer la bola más grande. Me encanta liarla y meterme en problemas. Y es verdad.
Lo cierto es que me encanta darme protagonismo, y me arrepiento.
Ane me dice que hablo sin pensar. Violeta (I love you baby) dice que lo que me pasa es que me encanta el teatrillo y digo cosas teatreras. Naia me dice que lo que me pasa es que soy drástica, me encantan las situaciones extremas y ponerme en los extremos de toda situación.
Yo digo que vale, que lo estudiaré esto.
