Littera Deusto

Modern Languages, Basque Studies and Humanities

Racionaliza un abrazo

diciembre 22nd, 2009 · No hay Comentarios

Total que estaba yo en la universidad, después de este día tan atareado en dónde no veía la hora de que se acabase, cuando una compi de clase me cuenta entre otras cosas que racionalizar los sentimientos (entiéndase amorosos) es fácil, por lo tanto, se puede.

Atónita le he intentado expresar mi punto de vista. Pero hay personas que cuando defienden algo lo hacen con uñas y dientes y si una (yo) no quiere dar más detalles de los que quiere, tiene que callarse y musitar “sí, ahí tienes razón”.

Ultimamente la gente me habla de la resignación amatoria. Bah, paparruchas. Lo fácil es la resignación, acurrucarse en un lado de la mente y contarte historias imposibles de explicar a un corazón al que lo único que le importa es sentir. Cuéntale tú a un corazón que si ésto es imposible o aquello está perdido. No le hables de eso. Aquí no hay cosas imposibles ni perdidas. Lo que sí hay son oportunidades pasadas o palabras no dichas. Eso ya es otra historia. Si algo no se dice siempre te perseguirá, y las palabras no dichas se harán cada vez más grandes y pesadas hasta que, tú, agotada, las dejes hundirse en tu corazón exhausto y se mezclen con tu sangre para siempre. Ahí más bien tienes un problema. Pero eso de la resignación no cuela. Llámalo “acostumbración mental” tal vez. Quieres hacer que tu mente se acostumbre a pensar en amores imposibles, tan grandes y poderosos que no habrá uno igual. En tanto tu corazón te mira interrogante y sólo siente, siente y padece tu falta de raciocinio, acusándote de sustituir al corazón por la mente que dicen que es la racional y que nunca te ha sabido responder. El corazón en cambio da respuestas claras y concisas, se siente o no se siente, hay o deja de haber. La mente te da excusas pros y contras. El corazón no.

Esta compi en concreto se encuentra en un entramado complicado, pero hay veces en las que me da ciertas respuestas. Ciertas porque es una mente la de mi compi que en algunos aspectos es demasiado complicada. Pero yo escucho, y me escucha, cosa que pocas personas hacen. Hoy día nadie escucha, y nadie se da cuenta de que yo puedo estar a un lado de tu vida dispuesta a escuchar. No soy buena aconsejando, pero ese es otro tema.

Me ha sorpendido esta conversación, a veces encuentras parecidos en quien menos te lo esperas. Tengo suerte en cierto modo de no tener una vida complicada. Hoy, de boca de otra compañera, escuchaba relatos que me dejaban atónita. Doy gracias por ser tan llana y común como mucha gente en este pais.

Pienso demasiado y eso me convierte en una inquieta. Tal vez pesada. Puede ser. Pero veo mi vida como un gran telar en donde al morir no me gustaría ver entramados sin aclarar o problemas que discutir. Ahora tengo tiempo, ahora estoy viviendo. Mañana, quién sabe.

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