Littera Deusto

Modern Languages, Basque Studies and Humanities

Un poco de historia

septiembre 7th, 2009 · No hay Comentarios

Sócrates estaba en contra de almacenar el conocimiento en soportes que no fuesen la memoria. Consideraba que si se guardaba el saber sobre escrito el hombre perdía un poco de alma, se corrompía. ¿Dónde residiría su poder si este no estaba bien custodiado por su memoria?. Es por esta razón que su discípulo Platón fue el encargado de transmitir el pensamiento de su maestro siguiendo el dicho de verba volant, scripta manent. Me parece respetable la decisión de Sócrates de no expresar sus ideas con tinta, sin embargo, es de agradecer que sus discípulos no pensasen lo mismo. la escritura, el almacenamiento del saber, fue una gran evolución y revolución y ha provocado constantes problemas. Hasta la invención de la imprenta no se pensó en la divulgación de la historia del saber y del ser humano. ¿Por qué? ¿Acaso el saber implica peligro? evidenemente. El saber es un arma de doble filo y por eso el pueblo llano se mantuvo a base de pan y circo muchos siglos. Gracias a Guttenberg todo aquello cambió y, hoy por hoy, podemos decir que el que no sabe es porque no quiere.

La escritura es la base de la existencia del texto y del libro. Es un sistema de signos lingüísticos que permite transmitir y conservar las nociones abstractas. La escritura empezó a elaborarse entre hacia el IV milenio a. C. en principio en forma de imágenes que pasaron a conformar conjuntos pictográficos por simplificación. A continuación surgieron los ideogramas y después los signos fonéticos que simbolizaban los sonidos (sílabas o letras). Sin embargo, el libro sigue estando ligado a su soporte, a la voluntad humana de dar una materialidad perdurable a un texto.

La piedra fue el soporte más antiguo de escritura que ha llegado hasta nuestros días; pero la madera sería realmente el verdadero soporte del libro. Las palabras biblos y liber tienen, como primera definición, corteza interior de un árbol. En chino el ideograma del libro son las imágenes en tablas de bambú.

Después se encontraron unas tablillas de arcilla utilizadas en Mesopotamia en el III milenio a. C. El cálamo,  un instrumento en forma de triángulo, servía para imprimir los caracteres en la arcilla antes de ser cocida. Fue la escritura utilizada por los asirios y por los sumerios, una escritura en forma de cuña, de ahí su nombre: escritur cuneiforme. Las tablillas se cocían después para que quedaran solidificadas. En Nínive fueron encontradas 22.000 tablillas del siglo VII a. C., era la biblioteca de los reyes de Asiria que disponían de talleres de copistas y lugares idóneos para su conservación. Esto supone que había una organización en torno al libro, un estudio sobre su conservación, clasificación, etc.

El precedente del libro fue el papiro. 

Los rollos de papiro, resultado del encolado de varias hojas, se envolvían en un cilindro de madera, enrollándolos. Algunos sobrepasan los cuarenta metros (crónica del reinado de Ramsés III). Se desenrollaban horizontalmente; el texto está escrito por una sola cara y dispuesto en columnas. El título se indica por medio de una etiqueta atada al cilindro. Los rollos en papiro que se conocen provienen de tumbas en las que se depositaban, con plegarias y textos sagrados, como el Libro de los muertos, datados de principios del II milenio a. C.

Estos ejemplares muestran que el desarrollo del libro, bajo su aspecto material y en su apariencia exterior procede de un contenido estructurado por los valores religiosos (relatos mitológicos y creencia en el más allá), simbólicos (textos mágicos), políticos (textos de caracter histórico), económicos (listados de impuestos, donaciones y ofrendas), didácticos (enseñanzas), éticos (máximas y textos sapienciales), o literarios (poemas y cuentos). La influencia particular dada a la escritura esta motivada por la búsqueda de medios para conservar y transmitir los valores culturales.

Los escribas, cuyos servicios fueron indispensables en culturas como la egipcia, babilónica y hebrea, entre otras, eran personas instruidas que ejercían actividades administrativas, tales como tomar al dictado textos, poner por escrito transacciones comerciales, escritos jurídicos o registrar documentos históricos para gobernantes, nobles, reyes y clero.

Progresivamente el pergamino fue sustituyendo al papiro. La leyenda atribuye su invención a Eumenes III, rey de Pérgamo, de donde procedería el nombre de pergamineum que derivó en pergamino. Su producción empezó hacia el siglo III a. C. Conseguido a partir de la piel de los animales (cordero, vaca, asno, antílope, etc.) podía conservarse, por más tiempo, en mejores condiciones; más sólido, permitía, asimismo, el borrado del texto. Era un soporte muy caro dada la materia empleada así como el tiempo de su preparación.

Los cilindros de papiro se llaman volumen en latín, palabra que significa movimiento circular, enrollamiento, espiral, torbellino, revolución, en fin, rollo de hojas escritas, manuscrito enrollado, libro. Los romanos utilizaban también tablas de madera untadas con cera en las que se podía imprimir y borrar los signos con la ayuda de un estilete (que tenía una extremidad acabada en punta y la otra redondeada). Estas tablas podían estar unidas de manera similar a las de los códices. Servían, por ejemplo, para enseñar a escribir a los niños (según los métodos descritos por Quintiliano en sus Instituciones Oratorias).

El volumen es enrollado alrededor de unos cilindros de madera. No permite más que un uso secuencial: se está obligado a leer el texto siguiendo el orden en el que ha sido escrito, es difícil poner una referencia para acceder, directamente, a una parte determinada del texto. Los únicos volúmenes que en la actualidad se siguen utilizando son los del Torá, en las sinagogas.

Finalizando la Antigüedad entre los siglos II y III, y ya en la Edad Media, el códice sustituyó al volumen. El libro ya no era un rollo continuo, sino un conjunto de hojas cosidas, con lo que el libro o códice adquirió el aspecto rectangular que conocemos hoy. Desde ese momento fue posible acceder directamente a un punto preciso del texto. El códice resultaba más manejable, podía ponerse sobre una mesa facilitando, de esta forma, el que el lector pudiera tomar notas o escribir mientras leía. El formato de los códices fue mejorando con la separación de las palabras, las mayúsculas y la puntuación, cosa que permitía una lectura silenciosa; después se añadieron las tablas de las materias y los índices, que facilitaron el acceso directo a la información requerida. Fue éste un formato tan eficaz que todavía se utiliza hoy, después de más de 1.500 años de su aparición.

El papel reemplazó, progresivamente, al pergamino. Una materia más barata que permitió una difusión más amplia del libro.

El libro en forma de códice e impreso en papel, tal y como lo conocemos actualmente, aparece, por tanto, a finales del siglo XV. A los libros impresos antes del 1 de enero de 1501 se les llama incunables.

La introducción de las prensas para imprimir utilizando el vapor, poco después de 1820, así como los nuevos molinos de papel funcionando también a vapor, constituyeron las innovaciones más importantes después del siglo XV. Ambas hicieron bajar, notablemente, los precios de los libros a la vez que aumentaban su tiraje. Muchos elementos bibliográficos, como la posición y formulación de los títulos y de los subtítulos se vieron afectados, también, por esta nueva producción en serie. Después del siglo XIX aparecieron nuevos tipos de documentos: fotografía, registros sonoros, cine, etc.

¿Cual será su futuro? resulta difícil de predecir. Ya se han mencionado con anterioridad los “libros electrónicos”. Quizá estos acaben con el soporte de papel como en su día el papiro sustituyó a las tablillas de madera. Todo residirá en si resulta más cómodo y económico. Lo único que se puede afirmar es que no habrá nada que sustituya la sensación de abrir un libro antiguo.

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_del_libro

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